La elección del aceite de oliva está directamente relacionada con las características organolépticas y externas que posea.
En una aproximación, según el sabor de los aceites vírgenes, puede diferenciarse entre:
- Aceites verdes, aquellos que provienen de aceitunas todavía sin madurar.
- Aceites amargos, obtenidos de aceitunas que han sido prensadas en compañía de impurezas, hojas, tallos y ramas.
- Aceites afrutados, obtenidos de aceitunas sanas y frescas, a las que asemejan en gusto.
- Aceites dulces, obtenidos de aceitunas maduras.
- Aceites amarillo pajizo, con muy diversas gamas, y que son lo más abundantes.
- Aceites verdosos, tonos adquiridos por haberse elaborado con aceitunas poco maduras.
- Aceites blancos, obtenidos de aceitunas en exceso maduras.
- Aceites claros, trasparentes en general poco recomendables, pues el aceite debe ser denso, nada fluido.
- Aceites opacos, velados, entre los que suelen estar los mejores.
- Aceites turbios, característica típica de los que han sido exprimidos recientemente cuando las aceitunas empleadas eran frescas y sanas.