Verdades y mentiras del aceite de oliva Parte I

Tratándose de un producto tan importante en la alimentación, el aceite de oliva siempre ha sido protagonista de libros, recetarios y artículos periodísticos, e incluso de leyendas e invenciones en torno a sus propiedades y características. Si bien algunas de estas leyendas responden a un fondo de verdad, existen ciertas afirmaciones que se han generalizado y que, sin embargo, resultan falsas o no tan rigurosas como pensábamos. Haciendo un repaso de las singularidades y características que se han atribuido al aceite de oliva, se llega a la conclusión de que en muchas ocasiones se tiende a confundir los términos. Un ejemplo es la creencia popular de que el aceite de oliva posee más grasas que otros aceites, opinión que es totalmente falsa. Entre las diversas afirmaciones erróneas que circulan acerca del aceite de oliva se pueden destacar las siguientes:

El aceite de oliva produce una digestión más pesada que otros aceites. FALSO. El aceite de oliva es el más digerible de todos los aceites. No es casualidad que sea apto para el consumo humano desde la infancia, ni que su consumo resulte muy recomendable para personas de la tercera edad; tanto en niños como en ancianos tienden a padecer más problemas con la digestión. Por otra parte aunque los aceites de semillas son más claros y menos aromáticos que el aceite de oliva, no por ello resultan más digestivos.

El aceite de oliva tiene más grasa que otros aceites. FALSO. Ante esta creencia hay que partir de la base: todos y cada uno de los aceites llevan la misma cantidad de grasa, concretamente un porcentaje del 99%, además de proporcionar al organismo 9 kilocalorías por cada gramo consumido. Por tanto, no contiene ni más ni menos grasa, sino la misma cantidad. Sin embargo, es posible que no engorde tanto como los aceites de semillas, por la sencilla razón de que se suele ingerir en menor cantidad, debido a que su densidad es superior a la de otros.

Todas las grasas vegetales son beneficiosas en igual medida. FALSO. Se ha extendido la creencia de que, puesto que las grasas animales son saturadas, las grasas vegetales son todas insaturadas. Es una creencia errónea. Algunos aceites que se emplean para la bollería industrial, como el de palma o el de coco, son de origen vegetal, pero saturados. Las grasas que disminuyen el riesgo de elevados niveles de colesterol son las del tipo de contenidos por aceite de oliva, es decir, las monoinsaturadas. Las piliinsaturadas elevan el riesgo de problemas cardiovasculares.

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación, y ofrecer contenidos y publicidad de interés. Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestra Política de cookies. Acepto

NEWSLETTER